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Channel: ...el abismo te devuelve la mirada
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Into boredom

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Aún a riesgo de que se me acuse de “hater”, debo decir que lo que J.J. Abrams ha hecho con la franquicia “Star Trek” me parece un rollo patatero. Tal consideración no se debe a mi predilección absoluta por el universo “Star Wars” antes que por la saga ideada por Gene Roddenberry, puesto que, fútbol aparte, yo siempre he sido de los que no ven problema alguno en disfrutar tanto de Marvel como de DC, de los Beatles y los Stones o de las rubias y las morenas. Siempre que estén bien hechas, no hay asomo de prejuicio en mi opinión sobre las aventuras de Kirk, Spock y el resto de tripulantes de la USS Enterprise, y menos cuando se trate del trabajo del creador de “Lost” y director de una de mis películas favoritas de los últimos años, “Super 8”.

Póster molón. De cuando el hype estaba por las nubes.

Al igual que su inmediata antecesora, “Star Trek: Into darkness” (“En la oscuridad” en España) posee un estupendo arranque que, guiño a “En busca del Arca Perdida” mediante, le pone a uno en situación. Abrams y sus guionistas de confianza Roberto Orci, Alex Kurtzman y Damon (no, please no!) Lindelof se las arreglan para, en apenas diez minutos, reintroducirnos en el universo trek, presentarnos al elenco principal y establecer el tono de la historia: aventuras para todos los públicos con algo de bicherío intergaláctico, unas pinceladas de humor blanco y la búsqueda constante del sentido de la maravilla. Tras el intenso prólogo viene la prometedora presentación del villano de la función, un tal John Harrison (jugando al despiste nolaniano) encarnado por el espléndido actor británico Benedict Cumberbatch (protagonista de “Sherlock”, secundario en “El topo” y voz del dragón Smaug en la próxima entrega de “El Hobbit”)… y ahí se acaba lo bueno. Más o menos.


Ni la fantástica (como es costumbre) banda sonora de Michael Giacchino ni la lustrosa puesta en escena logran que “Into darkness” resulte algo más que un blockbuster funcional que encadena situación al límite tras situación al límite para ocultar el hecho de que tiene muy poquito que contar. Y lo poquito que tiene que contar (el origen de Harrison y sus motivaciones, por ejemplo) está muy mal desarrollado: ¿tanto costaba sustituir el monólogo de Cumberbatch por un flashback explicativo?

El protagónico Sr. Spock (Zachary Quinto) y la desaprovechada teniente Uhura (Zoe Saldana).

No me cabe duda de las buenas intenciones del film, salpicado por constantes guiños a la retrocontinuidad de la saga, pero uno se aburre de ver a este reparto escasamente carismático (se salva Zachary Quinto, aunque yo le cortaba el flequillo) correteando por el puente de mando y discutiendo constantemente sobre quién debe sacrificarse por el bien mayor en la siguiente escena. Todo es tibio y predecible: los apuntes cómicos me dejan indiferente, las situaciones de supuesta amenaza apenas motivan un leve arqueo de ceja y el capitán Kirk paleto encarnado por Chris Pine me cae rematadamente mal (no me lo creo ni como estratega ni como humanista ni, si me apuras, como seductor).

El capitán James T. Kirk (Chris Pine) y una rubia maciza aleatoria que pasaba por allí (dice IMDb que la actriz se llama Alice Eve).

Tan sólo el clímax emocional del film, ultimatización desvergonzada (para regocijo del trekkie histórico) del de “Star Trek II: la ira de Khan” ofrece cierto atisbo de profundidad dramática. Pero no es suficiente para salvar un proyecto de 190 millones de dólares que sabe más a episodio televisivo sin trascendencia que a gran super-producción veraniega. Que la crítica cibernáutica le ponga ojitos y la califique como uno de los mejores films palomiteros del 2013 (¡ja!) es otro de esos misterios irresolubles que rodean al infinito mundillo virtual. ¡Ah, internet, la última frontera…!

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